Antes de que Vladimir Putin ordenara este lunes el envio de tropas a las regiones rebeldes de Donetsk y Luhansk, hubo varios esfuerzos globales para pacificar la región.
Uno de estos esfuerzos fue llevado a cabo por Francia, que desmpolvó un estancado acuerdo de paz con la esperanza de ofrecer una salida a las tensiones.
El llamado Protocolo de Minsk, alcanzado entre Rusia y Ucrania en 2014, tenía el objetivo de poner fin al conflicto entre separatistas prorrusos y combatientes ucranianos que estalló ese año en el este de Ucrania.
Pero después de que Putin reconociera este lunes como Estados independientes a las regiones rebeldes, los líderes occidentales acusaron al presidente ruso de poner fin a los acuerdos de Minsk.
El reconocimiento de los dos territorios separatistas en Ucrania es una flagrante violación del derecho internacional, la integridad territorial de Ucrania y los acuerdos de Minsk», escribió en un tuit Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.