Cuando Daniel Noboa ganó las elecciones presidenciales anticipadas de Ecuador en 2023, muchos pensaron que sería un líder de transición. Un joven de 35 años, empresario, sin gran trayectoria política, que llegaba a un país quebrado por la violencia y el desencanto. Pero lo que pocos imaginaron es que ese mismo joven, menos de dos años después, volvería a ganarse la confianza de millones.
Este 13 de abril de 2025, Noboa fue reelegido presidente de Ecuador, logrando el 56,13% de los votos frente a Luisa González, representante del correísmo. Esta vez no solo obtuvo la victoria: recibió un mandato completo de cuatro años para continuar lo que él llama «la misión de devolverle la paz y el futuro al país».
Noboa basó su reelección en una promesa: seguir combatiendo la violencia como prioridad nacional. Su primer periodo —breve pero intenso— estuvo marcado por decisiones firmes, como declarar el “conflicto armado interno” contra bandas criminales y militarizar zonas de alto riesgo. Muchos lo criticaron. Otros lo aplaudieron. Pero nadie se mantuvo indiferente.
“No vine a hacer política como siempre. Vine a hacer lo que hay que hacer”, dijo en uno de sus discursos más virales, mientras recorría barrios donde hace años ningún presidente se atrevía a entrar.Pero su narrativa de transparencia y determinación ha calado. Consciente de los errores, ha prometido un segundo mandato más sólido, institucional y enfocado en resultados medibles.
La candidata derrotada, Luisa González, denunció fraude electoral sin presentar pruebas sólidas. Sin embargo, organismos internacionales como la OEA validaron el proceso como pacífico y transparente. Para muchos ecuatorianos, la reelección de Noboa no fue un milagro político, sino una respuesta ciudadana a un clamor: vivir sin miedo y con esperanza.Pero, sobre todo, tendrá que cumplir con la promesa que miles de ecuatorianos repiten en redes y en las calles:
“Haz que este país vuelva a ser nuestro hogar.”