No fue una visita política. No fue una gira diplomática. Fue un gesto profundamente humano. El alcalde de Nueva York, Eric Adams, viajó este fin de semana a la República Dominicana con una sola intención: abrazar el dolor de una nación y acompañar a las familias que lo han perdido todo.
La tragedia que cobró la vida de más de 230 personas en la discoteca Jet Set no solo estremeció al país caribeño. También sacudió el alma de miles de dominicanos que viven en el exterior, especialmente en la ciudad de Nueva York, donde la comunidad dominicana no es solo numerosa, sino esencial para el pulso de la ciudad.
Eric Adams no llegó solo. Lo acompañaron dos figuras que representan ese puente emocional entre las dos tierras: Ydanis Rodríguez, comisionado del Departamento de Transporte de NYC, y vicealcaldesa de origen dominicano. Con ellos, caminó por los escombros del lugar donde la alegría se convirtió en tragedia, y colocó una ofrenda floral
Entre los fallecidos, estaban dominicanos que ya habían echado raíces en Estados Unidos, como Jennifer Contreras, de 24 años, de Nueva Jersey. También estaba la pareja de artistas Elvira Malkic y Kahim Boubazine. Vidas entrelazadas entre dos patrias, ahora truncadas por un colapso evitable.Más allá del luto. Ofreció el conocimiento técnico y estructural de Nueva York en temas de construcción, inspección de edificaciones y manejo de crisis urbanas. Se comprometió a colaborar con las autoridades para que esta tragedia no vuelva a repetirse. “No se trata de señalar culpables, sino de prevenir nuevas pérdidas. Porque lo que pasó aquí nos duele a todos”, afirmó.
El momento más emotivo fue la misa en memoria de las víctimas. Allí, sin cámaras invasivas ni discursos largos, el alcalde se sentó como un ciudadano más. Rezó, escuchó, consoló. En esa ceremonia, no había títulos. La visita de Eric Adams no solo fue un acto de diplomacia. Fue una declaración de afecto. Una forma de decirle a la comunidad dominicana, aquí y allá, que no están solos. Que cuando una tragedia los golpea, la ciudad de Nueva York también siente el golpe.