Chuck Schumer, líder de la mayoría demócrata en el Senado de Estados Unidos, no comparte la vieja idea de Ortega y Gasset de que “todo esfuerzo inútil conduce a la melancolía”. Es más, no considera un esfuerzo inútil haber sometido el miércoles a votación de la Cámara alta una iniciativa que sabía condenada al fracaso y que aspiraba a convertir el derecho al aborto en una ley de alcance federal. Su partido, que tiene 50 de los 100 escaños, andaba muy lejos de los 60 que son necesarios en virtud de la tradición del filibusterismo, que obliga a mayorías cualificadas para asuntos de ese calado. Pero aun así puso a ambos partidos a votar. Y ni siquiera consiguió el apoyo de todos los suyos: Joe Manchin se pronunció en contra, y dejó el marcador en 49-51.

Schumer decidió actuar con rapidez cuando el lunes 2 de mayo supo, gracias a una inédita filtración a la web Politico, que cinco de los nueve jueces conservadores estaban dispuestos a votar a favor de tumbar un fallo de 1973, seguramente el más famoso de la historia del alto tribunal. Su reacción fue provocar una votación sobre la Ley de protección de la Salud de la Mujer, que ya se estudió en la Cámara en febrero. El aborto es tal vez el tema que más enfrenta a los estadounidenses, y los demócratas quieren que los votantes (y especialmente las votantes) sepan exactamente cómo piensan sus políticos ahora que se acercan las elecciones legislativas que en noviembre servirán para renovar a la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Las perspectivas demócratas para esa cita electoral no son buenas.

Lo que se filtró en Politico es un borrador del Supremo, redactado en febrero para reflejar la opinión mayoritaria de los jueces. Según publicó el martes la misma web, el conocido la semana pasada es el único texto que el órgano judicial ha producido sobre el caso que enfrenta a la clínica Dobbs, de Jackson, contra el Estado de Misisipi, que promulgó una ley que recorta el límite para la interrupción legal del embarazo de las 23 semanas establecidas por Roe contra Wade, hasta las 15 semanas. Los argumentos y la redacción del texto podrían cambiar hasta que el Supremo se pronuncie definitivamente en junio o principios de julio, pero parece muy poco probable que el resultado sea otro que el previsto. El fallo tendría como consecuencia inmediata que la capacidad para legislar sobre la materia regresaría a los Estados. Cuando eso suceda, se prevé que 26 de los 50 territorios que componen el país tomen medidas que restrinjan en extremo o prohíban el aborto.

La iniciativa que se sometió el miércoles a votación, en presencia de la vicepresidenta Kamala Harris, lo que subraya el apoyo de la Casa Blanca, va mucho más lejos que el precedente de Roe. La ley prohibiría algunas de las condiciones impuestas en los últimos años por algunos Estados. En la práctica, entorpecen al acceso a sus derechos de las estadounidenses, e incluyen la práctica de ecografías obligatorias, períodos de espera entre la consulta y la intervención quirúrgica o fuertes requisitos que tienen que cumplir los proveedores de los servicios abortivos.

Por jsamboy1